Norma IFRS 16: artificiosa y cara
Matko Koljatic
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Matko Koljatic
A las disrupciones competitivas, tecnológicas y tributarias que están enfrentando nuestras empresas, ahora se sumara una más: la nueva norma IFRS 16. Porque a partir del próximo año el registro contable de los contratos de arrendamiento se cambia fundamentalmente con múltiples consecuencias que describiré más adelante. Dicho cambio —artificioso y de alto costo— propiciado por el International Accounting Standards Board (IASB), será obligatorio para todas las compañías chilenas que funcionan bajo las normas internacionales, salvo que la CMF diga otra cosa en los meses que quedan de 2018.
En breve, IFRS 16 obliga a registrar los pagos futuros de los contratos de arriendo —descontados a su valor presente— como un pasivo y, por contrapartida, el “derecho de uso” del bien arrendado como un activo de valor equivalente.
Lo artificioso del cambio se hace evidente cuando se considera que la iniciativa de desarrollar una nueva norma de arriendos se remonta a cuando Sir David Tweedie era Chairman del IASB. Cuentan que bromeaba diciendo que le gustaría volar algún día en un avión que estuviera en el balance de la línea aérea.
Pareciera que el cambio en la norma es un cambio inocuo, pero en algunas industrias el impacto será enorme. Considere el caso de las líneas aéreas, en que el financiamiento de los aviones se ha hecho desde siempre “off balance sheet”. El pago del arriendo por el uso de los aviones se continuará registrando en el estado de resultados, pero pasará a ser una amortización (y será reclasificado como tal, por lo que el EBITDA mejorará) y el valor presente del flujo futuro por el arriendo de los aviones un pasivo del balance. Una estimación de PwC es que este cambio agregará miles de millones de dólares al pasivo de las líneas aéreas en el mundo. Adicionalmente, en contratos en moneda extranjera habrá un efecto en resultados debido a la volatilidad de los tipos de cambio. Otras industrias que se verán fuertemente afectadas serán el retail y la minería, ambas importantísimas en Chile, que verán un incremento importante en sus niveles de endeudamiento. Lo grave es que no cambia nada, salvo la forma de verlo.
Está por verse qué ocurrirá con los “covenants” y cómo reaccionará la banca frente a sus clientes, ahora formalmente más endeudados. Es posible suponer un mayor costo financiero para las empresas. Y como si fuera poco, el costo administrativo de calcular estos nuevos pasivos, en sistemas y personal, será enorme. Simplemente un costo administrativo más para las compañías.
¿Y todo esto para qué? Supuestamente para informar mejor al mercado, sin considerar que los analistas financieros y las empresas clasificadoras de riesgo incorporan en sus modelos los endeudamientos por concepto de arrendamiento operativo. De modo que el mercado ha estado al tanto.
En ocasiones anteriores, en que la aplicación de normas internacionales era inconveniente, el regulador aceptó hacer una excepción. Así ocurrió por los efectos de la reforma tributaria en que se obvió la aplicación de IFRS por un par de años. La CMF debería considerar esta posibilidad en tanto no se vean los efectos en el resto del mundo.